La fiesta de apertura de la Copa no elevó
sentimientos.
Nada de diferente. Novedoso.
Esperaba imágenes más brasileñas.
La música en nada me recordó a los ritmos contagiantes
que Brasil posee tierra adentro.
Ceremonia que sirvió apenas para entretener y no para
ser una tarjeta postal de Brasil.
Mañana, ya estará en el olvido.
Ojalá que la selección, que ahora mismo entra en cancha para iniciar su 20ª Copa Mundial, recupere la
identidad brasileña.
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