El fútbol boliviano, en su gestión
administrativa, es muy atrasado y nada auto sostenible.
Los
motivos pueden ser encontrados en el comportamiento y declaraciones de sus
dirigentes, cuyas ideas y conceptos son las mismas a las del Siglo pasado.
El
perder, empatar o vencer, son situaciones que deben ser alcanzadas dentro de la
cancha y es misión de los futbolistas llegar a una de esas posibilidades, por
eso se llama deporte.
Fuera
de las cuatro líneas, al contrario de lo que los dirigentes bolivianos hacen,
los clubes deben ser unidos y caminar lado a lado, a procura de objetivos que
son comunes.
Como
se puede leer en el libro A
nova gestão do futebol. Rio de Janeiro. Editora da FGV, 2000), “La competencia en el mercado
futbolístico tiene un carácter diferente de lo que ocurre en otros sectores de
actividad económica, una vez que los competidores necesitan unos de los otros
para poder producir y valorizar lo que es vendido: Los clubes tienen, al mismo
tiempo, que cooperar y competir”.
En
Europa, donde se ven estadios siempre llenos, los presidentes de clubes están sentados lado a lado durante los encuentros, acción que demuestra hasta dónde ha llegado la
globalización deportiva, que indica la unión como arma para conquistas
económicas mayores y conjuntas, necesarias para dar sustentación al negocio
llamado fútbol.
En
el balompié mundial de hoy, ya no hay cabida para caprichos individuales y egos
mal resueltos. Si Bolivia quiere avanzar en número de conquistas deportivas,
sus dirigentes deben prepararse y comprender definitivamente que estamos en el
Siglo XXI.
Las
dos mayores potencias económicas de la actualidad, EEUU y China, lo
comprendieron, y entraron de lleno en el negocio fútbol, independientemente de
ser capitalista o comunista.
El
libro “Fútbol y Globalización” (Fontoura, 2007. Jundiaí – São Paulo.), organizado por
el periodista brasileño Luiz Ribeiro, indica muy lo que las
personas que desean ser dirigentes de fútbol deben saber.
A
seguir, la traducción de parte de la presentación del libro:
“El fútbol es una institución social profundamente ligada a la historia
del capitalismo contemporáneo. Y, como una institución capitalista, es una
creación imaginaria visible. Entonces, no hay como pensarlo fuera de ese
contexto. Él surge como un deporte moderno en el proceso de la expansión
capitalista, a fines del siglo XIX y se afirma, al final del siglo XX como el
deporte definitivamente de masas y mundializado.
La consolidación capitalista que reordenó de forma radical el occidente,
promovió transformaciones tecnológicas, económicas y culturales, entre las
cuales la práctica de los deportes como significación de ser moderno y
civilizado. Luego, el proceso de globalización coincide con la expansión
civilizatoria de la cultura capitalista, desde el final del siglo XIX hasta los
tiempos actuales.
Las transformaciones más recientes del capitalismo, caracterizadas por
un boom expansionista y la globalización de nuevos padrones tecnológicos y
culturales de mercado, trajeron consigo lo que estamos denominando de una nueva
ola de espectacularización de la industria cultural de consumo, o sea, consumir
productos materiales y culturales en gran escala. Entre esos productos, el
fútbol adquirió una especial caracterización.
(…)El destaque que el fútbol viene obteniendo en el medio académico, en
los últimos veinte años, es la expresión de esa globalización. Sus
implicaciones culturales y políticas, en la sociedad contemporánea, se tornaron
grandiosas y se transformaron en preocupaciones políticas por parte del Estado
y de las instituciones que hacen las normas para la sociedad. O sea, al
transformarse en un espectáculo de masas, el fútbol dejó de ser apenas de
interés de curiosos y apasionados y se transformó en asunto político relevante
y con interés académico como un tema serio.”
Volveremos al asunto.