Se experimenta en este momento en Brasil, una especie de tentativa de
ruptura entre el fútbol oficial brasileño, controlado por la Confederación
Brasileña de Fútbol (CBF) y varios clubes grandes de los estados de Rio de
Janeiro, Minas Gerais, Río Grande do Sul y Paraná, que vienen organizando la
llamada Primera Liga.
Hoy, lunes, por la mañana, la CBF desautorizó la realización de juegos oficiales que darían inicio al torneo denominado Primera Liga, los próximos días miércoles y jueves, con el argumento de que
no existe espacio reservado en el calendario.
Los líderes de la Primera Liga respondieron que los partidos serán
realizados, explicando que, según la Ley Pelé (artículos 16 y 20), no existe la
necesidad legal de buscar autorización plena para la realización del campeonato
que se jugaría hasta el 10 de marzo.
En realidad, lo que está en juego en Brasil, es la creación de una liga
que aglutine solamente a los grandes clubes brasileños, separándose de equipos
sin trascendencia histórica y económica.
La CBF necesita que las cosas queden como están, porque la creación de la Primera Liga representaría relegar a equipos, sus dirigentes y
federaciones, que son de gran utilidad electoral, pues sus votos permitieron hasta
ahora, corrupción de por medio, mantener el control de la entidad, por personas ahora presas o en
inminencia de serlo y sus seguidores.
Resta saber si con la fragilidad actual en la que se encuentra, la CBF
tendrá fuerzas suficientes para continuar manteniendo las cosas como están, o
si el torneo de la Primera Liga será el inicio de una verdadera revolución en
el fútbol penta campeón mundial.
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