En el fútbol no hay mágicas ni sueños.
Hay trabajo.
En base a buenas condiciones materiales pero, sobre todo, en base a un elenco de jugadores con responsabilidad profesional y sin malas intenciones.
Jugadores que, sin ser fuera de serie, sean competentes en los fundamentos básicos del fútbol.
Un buen entrenador no garantizará buenos resultados si no tiene esas cosas básicas para su trabajo.
El entrenador apenas tiene que tener conceptos, por lo tanto ideas, destinadas a resolver las dificultades que se presentan partido tras partido.
No hay juegos iguales, por lo tanto esas ideas tienen que ser permanentemente renovadas.
Y para colocar las ideas en práctica, es necesario tener un elenco bastante heterogéneo en cualidad y creatividad, pero homogéneo (de preferencia) en lo físico, respetando sus características fisiológicas.
Si en la defensa es necesario tener a dos o tres jugadores centrales de elevada estatura, por razones obvias, los laterales o laterales volantes tienen que tener en la fuerza física y explosión ofensiva la base para colocar en práctica su talento driblador. Lo mismo que los volantes ofensivos.
A propósito, basta de tener a dos volantes de contención, porque es perder dos jugadores que pueden ser fundamentales para atacar. En el fútbol moderno ya no hay especialistas en la marca. Jugador que no sabe marcar y atacar es candidato seguro a quedarse en el banco.
Lo mismo con los delanteros. Aquellos que se limitan a esperar la llegada del balón para simplemente empujarlo, están condenados al olvido. Fútbol es actividad colectiva, todos marcan y todos atacan, hasta el arquero, que con una buena y rápida reposición de balón, puede iniciar un contra ataque definitivo.
Todo esto, a propósito del trabajo de Ángel Guillermo Hoyos, entrenador de Bolívar, que sabe tener un elenco de cierta forma limitado físicamente, pero que sabe también no poder criticar esa situación porque depende exactamente de la voluntad de sus dirigidos para alcanzar el suceso.
El fútbol boliviano no es solo lo que se ve dentro de la cancha.
Hay un círculo vicioso dominando la cultura boliviana futbolera.
Si la situación en la Academia es esa, ¿cómo será en los demás equipos ligueros?