Frente a la insinuación de un dirigente del Palmeiras, de que el jugador Richarlyson, del São Paulo, era homosexual, éste entró con un proceso criminal contra el palmeirense.
Cinco días después, el juez Manoel Maximiano Junqueira Filho decidió archivar el proceso argumentando que "fútbol es juego viril, varonil, no homosexual".
Con esa sentencia, el juez, decidió que quien no es heterosexual, está fuera del fútbol.
Y la medida absurda del preconceptuoso "Doctor en Leyes" brasileño fue anunciada acompañada de más absurdos: "Quien presenció orquestas futbolísticas (la selección del ´70 fue colocada como ejemplo) no podría jamás soñar en ver un homosexual jugando fútbol".
Para el alocado juez, "homosexual en el fútbol perjudicaría la uniformidad de pensamiento del equipo, el equilibrio, el ideal".
No contento con la sentencia, el juececito concluyó y ordenó: "si quisiere jugar, forme su equipo e inicie una federación".
En el fútbol, la creatividad, el talento, la plástica y las bellas jugadas están cada vez menos frecuentes en las canchas.
Encima, aparecen trogloditas vestidos de toca sentenciando quienes pueden o no jugar.
¿Por qué los jugadores de fútbol no pueden ser vanidosos? Basta ver a David Beckham representante genuino de la llamada tendencia metrosssexual, que surgió en los años 94. Él usa cremas para la piel, depila el cuerpo, pinta las uñas, usa cabello y peinado a la moda, no dispensa grifes, sin embargo es un hombre que gusta de mujer.
Vanidoso y homosexual son dos cosas diferentes, pese a que una cosa no descarta a la otra.
Dejen que los jugadores hagan sus piruetas, que nos den alegría en la cancha, sean homosexuales o no.
Después del gol, que festejen como se les plazca.
Su vida privada a ellos pertenece.
Es prohibido prohibir.
A propósito, cliquen abajo y vean algunas imagenes:
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