Es muy raro, pero acontece. Y tenía que acontecer en Bolivia o, por mejor decir, en el fútbol boliviano.
Bolívar es el primer club cuyo departamento de fútbol está en las manos de sus propios futbolistas, encabezados por el hasta hace poco tiempo también futbolista, Marco Antonio Sandy, ahora su entrenador.
No hay dirigentes.
Eso es inédito, porque el equipo que participa del campeonato de la Liga, del torneo top nacional, se vale por sí solo.
“Así mismo, vamos a salir adelante y clasificar al torneo hexagonal”, me dijo Sandy, sin perder la fe, el sábado.
Pero se le nota la amargura al buen hombre Sandy.
No tiene gente suficiente para formar dos equipos en los entrenamientos.
“Muchos jugadores querían irse, pero les expliqué que tenían que aprovechar la oportunidad de estar jugando en Bolívar y mostrarse a otros clubes caso quieran partir para otros rumbos”, me comentó.
“Si se van, ¿qué harán? Van a estar sin entrenar y sin jugar y eso no es bueno para su profesión, les dije y, felizmente, me entendieron”, contó el entrenador bolivarista.
No recuerdo en mi carrera de periodista deportivo de más de 30 años, una situación peor que la de Bolívar, un nombre de primera línea en el fútbol sudamericano.
“No tenemos con quién conversar sobre los problemas del primer plantel; los teléfonos de los dirigentes están todos apagados, estamos valiéndonos de nosotros mismos”, me dijo Sandy.
Creo que llegó la hora de que los verdaderos bolivaristas aparezcan. A esta altura, me parece ser insulsas las palabras situación y oposición.
¡Bolivaristas de Bolivia, univos!
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