martes, 14 de agosto de 2007

Bolívar, de cabeza baja

Bolívar, la agrupación futbolística más importante del país de los últimos 30 años, está en crisis; crisis futbolística y económica.

Yo veía venir esta crisis hace 5 años, y lo dije, inclusive durante los momentos de mayor victoria, cuando alcanzó el subcampeonato de la Copa Sudamericana.

En ese entonces, divergí públicamente con Mauro Cuellar, presidente de la Academia, porque acreditaba, y acredito, que no se puede administrar gastando el dinero que aún no se recibió y no se sabe si será suyo.

Me refiero a las cuotas por participación en la Libertadores y Sudamericana.

Confieso que la confianza de Cuellar en los equipos que montó y la certeza de que clasificarían a esos torneos, me dejaba sin argumentos para la crítica, porque Bolívar era siempre el vencedor.

“Los hinchas no quieren clubes con piscinas, canchas de tenis, campos de juego, en fin, patrimonio,”, respondió una vez Mauro Cuellar, a un comentario mío de que Bolívar no era un club y sí apenas un equipo de fútbol.

“La hinchada quiere que su equipo gane y sea campeón y no está pensando en predios”, dijo, desarmándome.

Ese argumento es válido, sin duda, si se habla de un equipo de fútbol, pero no se justifica si se trata de un club deportivo y, más, si hablamos de Bolívar.

Las buenas administraciones deportivas son las que tienen una visión a futuro, que visan el crecimiento patrimonial y deportivo.

En el caso de un club de fútbol, patrimonio también es la formación de jugadores y su futuro aprovechamiento en el primer plantel.

Hoy, Bolívar no tiene patrimonio. Sus predios, inclusive su estadio, están prácticamente abandonados (cuando no comprometidos por deudas) y su primer plantel de futbolistas no le pertenece.

Divergí con Cuellar también por su relación con la prensa. No creo que los dirigentes de Bolívar y de ningún otro club, deban ser los que decidan qué periodista debe o no trabajar, en resumen quién es periodista o no. El documento del Circulo de Periodistas Deportivos debe ser esencial para que los clubes extiendan las credenciales respectivas, y no al contrario.

A pesar de todo ese panorama triste, debo reconocer que Mauro Cuéllar tiene el merito de ser el presidente en cuya gestión Bolívar consiguió sus mayores triunfos.

Al próximo presidente que ciertamente vendrá luego, le entregará un historial con un índice de victorias sin precedente.

Mauro Cuellar será recordado como un dirigente victorioso, pero entrará a la historia bolivarista como un mal administrador, porque Bolívar está en quiebra, como la mayor parte de los clubes de la Liga.

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