VOLVIENDO A NUESTRA REALIDAD
Anoche, miércoles, después de ver la clasificación de
Argentina la final de la Copa del Mundo, por fuerza de la profesión, me dirigí
al estadio Hernando Siles de La Paz. Se jugaría la primera fecha del “Torneo de
la Liga” (¿?).
Pese al intenso frío, “voy a ver cómo están Bolívar y
The Strongest”, dije, al final, la Academia tiene en los próximos días, el
compromiso deportivo más importante de su historia, por la semifinal de la
Libertadores de América, frente al San Lorenzo de Buenos Aires.
Influyó en mi ánimo, también, la posibilidad de
sentarme tranquilo en la confluencia de la recta de general y la curva, como
habitúo hacerlo cuando no estoy comentando para una emisora.
Para no perder la costumbre, no tomé mi tecito de la tarde,
pensando en cascarle un suculento sándwich de chorizo acompañado por un
cafecito “chúa”.
Me vestí a carácter, bien abrigado, preparé mi radiecito
que siempre me acompaña en esas ocasiones, y hasta pensé en encontrarme, en la
misma situación, con mi estimado amigo Germán Quino, un sufridor estronguista
que no se pierde partido de su Tigre, haga frío o calor, sea noche o día.
Apresurado pero atrasadito, en función del alargue
entre argentinos y holandeses, llegué al Siles cuando ya se jugaban 7 minutos
del partido.
No había fila y me aposté a la ventanilla para comprar
mi entradita pero, al ver los precios,
medité rápidamente y le dije en voz alta a la señorita que me estaba por
entregar el tiket:
- -- No,
no señorita, gracias, con tanto frío, no puedo ser asaltado, por más clásico
que sea; los precios son abusivos y no voy a entrar. Además yo considero un
entrenamiento pagado.
- -- Pero
señor Gonzales, vaya pues a la Preferencia con su credencial, ahí entra gratis –
dijo al reconocerme.
- -- No
uso mi credencial de periodista cuando no estoy a trabajo - le respondí.
Y no entré. Me hice “el k´elli”.
Me fui, en señal de protesta, a sentarme exactamente al
frente de la ventanilla, a la acera de enfrente, para que me vea la amable
dama, y me pedí mi sandwichito de chorizo con mi cafécito.
Sin embargo, pasaban los minutos y para sorpresa mía,
la fila de la ventanilla estaba con harta gente, personas que aún con 15
minutos de juego, continuaba llegando y comprando sus entradas. ¡Al final,
todos calcularon entre 18 y 20 mil asistentes!
A la media hora de juego, Bolívar ya ganaba 1 x 0 y la
señorita, contando el dinero, me miraba a lo lejos, con una sonrisa disimulada,
como queriendo decirme:
-
¿A quién
le importa su protesta?
Meditabundo volví a mi casa pensando si mi trabajo en
este blog, mis columnas en www.late.com y www.oxigeno.bo
me habilitan para usar mi credencial de periodista deportivo sin
constrangimientos.
Buena pregunta. Buscaré una respuesta.
En tiempo: Los precios para el clásico de anoche entre
Bolívar 2 x The EStrongest 1), en bolivianos, eran: curvas, 30,00; recta
general, 40,00; preferencia, 70,00; butaca preferencia, 100,00 (1 dólar
equivale a 6, 96 bolivianos).
El salario mínimo en Bolivia es de 1.440,00 bolivianos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario