La fórmula dio cierto o, mejor, estaba dando cierto
para el Atleti, hasta que el zaguero madridista Sergio Ramos, después de un
magnífico cabezazo empató, a los 92´,
devolviendo jugada del gol atleticano (del uruguayo Diego Godin, a los 36´),
después de un tiro de esquina.
Nuevamente Ramos asumía el papel de héroe, como en victorias
anteriores, durante el torneo, en jugadas similares.
Fue el precio que los de Simeone tuvieron que pagar
por haber marcado tanto al adversario. Tanto, que terminaron exhaustos.
Porque marcar, cansa más que atacar.
Y porque, en el fútbol, el partido solo termina cuando acaba.
Y, cansados, en el alargue, los atleticanos no
pudieron soportar la aplanadora que tenían en frente, sobretodo por la
izquierda con el argentino Di María (el mejor de la cancha) y el brasileño Marcelo, que substituyó a Coentrão,
le cambió la cara al partido y aún marcó el tercer gol, después del segundo gol
(de Bale) y antes del tercero (Cristiano Ronaldo) de penal.
Es el décimo campeonato conquistado por el Real Madrid.
Con justicia.
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