¿Qué pasa con el fútbol
boliviano que camina en dirección opuesta al cambio?
Hace mucho tiempo, el
discurso de todos los que trabajan en su entorno, inclusive del gobierno, se
basa en la palabra de orden: “cambio de estructura”.
Pero veo que es pura retorica que en realidad, en el fondo, no propone ningún cambio.
Algunos ejemplos recientes del
retroceso del fútbol nacional:
- El presidente de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) Carlos Chávez, declara a voz en cuello que será candidato a la reelección, animado por la ya confirmada reelección y pose de Jorge Justiniano como presidente de la Asociación Nacional de Fútbol (ANF), hasta (¡pasme!) 2018.
- La mayoría de los miembros de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano (con la única voz pública discordante del “club” Bolívar).apoyan la escandalosa y retrograda idea de aumentar de 12 para 14 el número de equipos, medida que visa simplemente agrandar el apoyo a sus planes de extender su permanencia en el control del fútbol nacional.
- Con la falsa premisa de “integrar al país a través del fútbol”, el aumento de equipos en la Liga significaría la confirmación de que en Bolivia no se quiere avanzar y, al contrario, se desea ir más al fondo, aceptando que se juegue “profesionalmente” en ciudades en donde no existe la mínima estructura de predios y estadios y mucho menos medios de transporte eficaces, como es el caso de la ciudad de Warnes, en Santa Cruz de la Sierra, donde juega Sport Boys, a la que ahora se sumó la ciudad de Cobija, Pando, de donde salió el Universitario, recién ascendido a la Liga.
- A propósito de Sport Boys y Warnes, cuando todos acreditaban que la creación del Ministerio de los Deportes sería el inicio del cambio, su propio creador, el presidente Evo Morales, se encarga de quitarle toda posibilidad de ser una secretaria de estado creíble, al aceptar ser jugador “profesional” de fútbol, a los 54 años.
- La decisión del jefe de Estado, pese a justificar con un “incentivo a la práctica deportiva”, colabora con la nada grata fama del fútbol boliviano, donde futbolistas extranjeros llegan para ganar sus últimos dólares, o sea, da argumentos para los que metafóricamente afirman que “Bolivia es el cementerio de elefantes”.
Al final, ¿queremos cambiar las estructuras del fútbol boliviano?
Por lo visto, no.
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