Sabiendo
de los dice no dice, respecto del enamoro de Azkargorta y Bolívar, pero
consciente de que en periodismo no existen los supuestos y los probables, mucho menos para intentar dar una primicia, escribí el viernes, al final de la
tarde, mi opinión respecto de Vladimir Soria y los dirigentes de BAISA,
siguiendo un viejo refrán que dice: “Quien avisa, amigo es” frase que recuerdo
aquí, pese a no ser amigo de ninguno de los empleados de BAISA y mucho menos de su presidente, Marcelo
Claure.
Bueno,
después oír de la propia boca de Xavier Azkargorta, confirmando que es el nuevo
entrenador de Bolívar, debo decirles a los
señores de BAISA que les agradezco por la
contratación de un español más; pero en este caso no un español cualquiera, se
trata de Xavier Azkargorta, que en su momento tuvo más poder que el presidente
de la entonces República de Bolivia; Azkargorta que era (y aún lo es por algunos) venerado y cuya palabra era unanimidad nacional y que, pese a todo ello, pensó mucho, antes de retornar al país para trabajar.
No sé si en este último caso tuvo más peso lo económico o el amor, ambos
bolivianos.
Señores
de BAISA, personalmente, les soy sumamente agradecido por la contratación del vasco,
como le gusta que le llamen (para, claro, utilizar ideológicamente esa palabra
que identifica a una de las comunidades españolas más revolucionarias y que
lucha por su autonomía, y así caer en la
gracia del actual gobierno nacional), agradecido, les decía, porque tendremos nuevamente
en La Paz a un hombre que, finalmente, podrá demostrar su capacidad. ¡Finalmente!
Pero señores de BAISA, recordemos que no es lo mismo dirigir un equipo de liga que una
selección.
Selección como
la boliviana del 94, que por
esas coincidencias de la vida pudo ser conformada por futbolistas que no solamente
estaban homogenea y técnicamente arriba de la media, pero, sobre todo, porque tenían coincidencias
alarmantes de regularidad en sus equipos. Debían ser ellos, y así fue; el
entrenador podía haber sido cualquier aficionado boliviano con un mínimo de
conocimiento y asistencia regular a los torneos de la Liga, que la selección
sería formada por los mismos jugadores. No había dónde y por qué perderse el 94.
El mérito
de Azkargorta, hay que reconocer, fue saber administrar el ego de cada uno de
los jugadores; merito y suerte; suerte de tener tiempo y dinero para
prepararlos y entrenarlos en España, debido al caos del fútbol boliviano que todos
conocemos.
Pero
bueno, eso es pasado y llegó la hora de la verdad.
Por
eso les agradezco señores de BAISA.
Porque
ahora podré salir de una duda que me atormenta y que me llevó a grandes
discusiones con buenos amigos periodistas, “azkargortianos incondicionales”.
Ahora
podré saber si realmente Azkargorta es un entrenador de fútbol.
A Bolívar
le hace falta, urgentemente, un campeonato.
Creo que para
eso fue contratado Xavier Azkargorta. Otra cosa no servirá.
No vengamos nuevamente con ese papo de "procesos o divisiones inferiores".
En Bolivia,
es almorzando con 5 pesos, en el mercado, que se vive. Sentado al lado de
operarios y trabajadoras, conversando con las caseritas. Esa es la realidad de
la Liga del Fútbol Profesional Boliviano.
Llegó
la hora de la verdad Sr. Azkargorta.
Antes
de que asuma y previo al partido frente a Aurora, le dejo una estadística; después de dos meses de trabajo, Vladimir Soria dejó el
cargo con estos números: 10 partidos (uno por Libertadores) jugados; 2 partidos
vencidos; 3 empatados; 5 perdidos.
Y
ojo, Vladimir Soria no tuvo otro Vladimir Soria a su lado.
Por
eso volvió a ser “ayudante de campo”, que para mí sonaría mejor como siendo asistente
técnico.
Ruego
que Azkargorta me deje sin argumentos para la crítica y eso solo será posible
saliendo campeón con Bolívar, para justificar, inclusive, el pésimo comportamiento de sus
contratantes para con Vladimir Soria.
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