¿Qué es peor, la goleada que sufrió Bolívar (0 x 4) en
el Tahuichi en Santa Cruz, o la derrota moral y futbolística (2 x 1) que sufrió
Blooming en el Hernando Siles de La Paz?
Ambos, por motivos diferentes.
Peor para Bolívar, porque viajó a México con un
equipaje más pesado (4 goles) y con un peso también psicológico perturbador.
No entendí lo de Azkargorta que debiera saber que
ningún jugador que tiene un compromiso internacional importante horas después (contra
León de México) jugará “normalmente” por la Liga. El miedo de lastimarse y no
estar presente en una vitrina como la Libertadores es normal y evita dividir
jugadas, correr distancias grandes, saltar para cabecear, en fin, lesionarse.
Perder para el León de México, será normal, pero ser
goleado por Oriente Petrolero no lo es y eso se quedará en las estadísticas que
incomodan.
Creo que faltó planificación técnica en Bolívar.
Peor fue para Blooming que no solo perdió los puntos
para The Strongest, como también perdió la compostura.
Y si la justicia deportiva boliviana actúa con la ley
en la mano y con seriedad, castigaría ejemplarmente a por los menos 8 jugadores
del equipo cruceño, suspendiéndolos.
Pocas veces se vio en la historia del fútbol mundial,
que jugadores dejen el campo de juego durante un partido, para derrumbar puertas
e ir a las graderías a protagonizar escenas lamentables.
Y más lamentable aún es percibir que los que
encabezaron la barbarie son jugadores extranjeros que, saben, o debieran saber,
podrían ser expulsados del país, esto es si la ley fuese debidamente aplicada.
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