”Hay que respetar al adversario”. “Ya no hay adversarios
fáciles”.
Dos frases que no son simple fuerza de expresión; hoy,
más que nunca, se complementan.
Los partidos de The Strongest y Bolívar, respectivamente contra el Universitario de Lima anoche, y contra el León, ante noche, son
ejemplos tácitos de ello.
El Tigre sacó un buen resultado proveniente de la
constancia y de un mejor preparo físico, y Bolívar gracias a la falta de concreción adversaria y del oportunismo de su delantero que vivía una cirta carencia.
El empate, 3 x 3, colocó al equipo aurinegro nacional
en una inmejorable situación de clasificación, ya que depende se sus propias fuerzas, lo que no se ha visto mucho en el balompié boliviano.
El no desmayar hasta el último minuto viene siendo una
constante en el equipo estronguista y es un comportamiento resultante de varios
años de trabajo, es una filosofía popularmente conocida como garra.
El capitán Escobar, líder de un conjunto que es cada vez más sinónimo de unión, representa esa consigna: defender y atacar con la misma intensidad.
Claro está, y hay que reconocerlo, que la fragilidad (inclusive física) del equipo peruano contribuyó, así como un cierto desequilibrio en la defensa atigrada, para la desventaja parcial. Pero también debemos reconocer que las
fallas del equipo boliviano en los tres goles sufridos, fue debidamente
compensada con la búsqueda permanente del arco adversario para conseguir cosa
mejor.
Creo que los muchachos de Eduardo Villegas retornan conscientes de que
es preciso reencontrar el equilibrio, perdido en Lima, para vencer al Atlético Paranaense en La Paz. y alcanzar la
clasificación.
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