Sería cómico, si no fuese trágico. |
Hasta hace pocas décadas, en La Paz, Bolivia, el fútbol era considerado
el deporte más popular por la facilidad que había para ser practicado.
Era una constante ver a niños jugando en parques, escuelas, colegios,
universidades, o simplemente en las calles de tierra, sin el peligro de ser
atropellados por un motorizado, tan pocos eran éstos en la ciudad.
Muchos, entonces, culparán al “progreso” por la falta de campos
deportivos y espacios en donde los niños puedan “chutear” una pelota y
practicar el fútbol.
Sin duda que el crecimiento urbano y el aumento de habitantes terminaron
con los espacios públicos destinados a la práctica deportiva, pero, sobre todo,
es la especulación inmobiliaria la que, sin ninguna vergüenza, sepultó la práctica
futbolera popular.
Los pocos espacios públicos que quedan, si bien con más y mejores condiciones
de infraestructura, se volvieron
propiedad de sindicatos, de juntas vecinales y de instituciones corporativas y
corporativistas. Todos cobran por la utilización de esos espacios, pero nadie sabe para dónde va lo recaudado.
En esas mismas canchas, construidas con el dinero del estado, se
imparten cursos de fútbol, a través de “academias” particulares, y hasta los
equipos profesionales cobran mensualidades en sus “escuelas”.
Hoy, juegan fútbol quienes tienen mayores posibilidades
económicas.
Después nos preguntamos por qué no hay revelación de futbolistas en
Bolivia.
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