En las
últimas horas, el presidente de The Strongest, Cesar Salinas, puso en duda los
gastos efectuados por Sport Boys, con relación a la participación de ese equipo
en el torneo Apertura de la Liga y los gastos con pasajes aéreos, alojamiento,
alimentación, etc., etc., en una maratón de casi dos semanas sin retornar a
Warnes, su ciudad. En realidad, Salinas preguntaba de dónde venían esos
recursos.
Rápidamente,
apareció un señor llamado Daniel Morillo (totalmente desconocido en el ambiente
dirigencial boliviano) para, en nombre de Sport Boys responder, con otras
acusaciones, al presidente estronguista, e intentar explicar que los recursos
provienen de aportes de empresarios y sponsors.
Ese boca a
boca a través de los medios, entre dirigentes de dos equipos candidatos al
título del torneo Apertura (el otro es Bolívar), refleja el caos existente en
el fútbol profesional boliviano, donde nadie rinde cuentas y todos hacen lo que
quieren.
La nueva Ley
del Deporte, que prontamente será aprobada, regulará justamente esos
movimientos financieros y otros, de parte de las instituciones deportivas, que
deberán rendir cuentas de todo el dinero que los dirigentes manejan, amparados
en una actividad “sin fines de lucro”, como es llamada la actividad
futbolística.
Empresarios
que donan dinero y sponsors, tendrán que explicar de dónde vienen esos recursos
y los clubes pagar los debidos impuestos.
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