Tenía todo para ser una fiesta, pero The Strongest no tuvo ritmo para animar. (foto: La Razón). |
Mal partido, inmerecido para un público generoso que al final aplaudió a
The Strongest más por los tres puntos conquistados, que por el fútbol presentado frente a un Trujillanos de Venezuela, mediocre y sin personalidad, a quien venció por 2 a 1, por el Grupo 1 de la Copa
Libertadores de América.
Pablo Escobar, a los 17´y Ernesto Cristaldo, a los 32´, marcaron para el
Tigre; parecía que se vendría una goleada, porque el rival era muy flaco.
Y es justamente por la mediocridad del adversario que aparecieron las
serias dificultades de conclusión de los jugadores estronguistas, sobretodo en
el segundo tiempo, porque, en lugar de
mostrar ser un equipo, demostró tener individualidades incapaces de concluir
las jugadas.
Cada uno por su lado, quiso marcar gol, lo que sería un mérito, no fuese
la facilidad con que se llegaba al arco del equipo venezolano.
El planteamiento de Mauricio Soria fue correcto, pero la interpretación
del juego por parte de sus jugadores estuvo errada: muchos disparos de fuera
del área y demasiados lanzamientos, cuando lo primordial era disponer criteriosamente la pose del balón, llamar al
adversario a la intermediaria, abrir espacios para entrar tocando en velocidad.
El Tigre debe agradecer por los tres puntos, a un equipo visitante que prácticamente
no existió en campo y así mismo consiguió marcar un gol, aún en el primer
tiempo (James Cabezas, a los 37´), debido a la falta de concentración del medio
campo y de la defensa del cuadro paceño.
Parece irónico, ya que el Tigre, cuando encuentra partidos difíciles saca
sus garras en procura del resultado, pero cuando la faena es fácil, se pierde y
no tiene paciencia y toque de balón para definir.
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