Está bien, las fronteras culturales no
necesariamente son similares a las fronteras geográficas.
Pero esto es “robo a cielo abierto”, pues gran parte de las ropas que visten
los peruanos, son confeccionadas en La Paz, Bolivia; las músicas que bailan los
peruanos, son composiciones de músicos bolivianos y la grotesca forma de danzar
de los peruanos (entre los cuales se encuentran muchos bolivianos y bolivianas
que viajan para la ocasión), es una imitación de las danzas bolivianas. Hasta
los músicos que trabajan tocando en esas festividades son bolivianos,
contratados para esa ocasión.
El problema es que los peruanos no tienen la mínima vergüenza en decir y
divulgar, por medio de sus canales internacionales, que todo eso es
peruano, en nombre de la fiesta de “La Candelaria”.
Así como los chilenos hacen lo propio en nombre de la Fiesta de “La Tirana”.
Inclusive,
en silencio, peruanos y gentes de otras nacionalidades, se hicieron dueños
de emisoras de radio y televisión en Bolivia, con la complacencia de comunicadores
de nuestro país.
Mientras tanto, en la programación de Bolivia TV asistimos venta de casas,
programas con música del recuerdo, relatos futboleros con acento argentino y
comentarios idem. Y a la TV Culturas, también de Bolivia, nadie la conoce.
Nos faltan políticas culturales así como nos faltan políticas deportivas.
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