En una semana en que todos los bolivianos
estuvimos atentos en lo que Bolívar y The Strongest estaban haciendo por la
Libertadores, miembros del bajo rango de las FFAA bolivianas salieron a las
calles para reivindicar dice “la descolonización de las Fuerzas Armadas”.
Entre comillas, porque es un viejo
cliché populista que no tiene sentido, como no tiene sentido intentar obligar a
los hinchas bolivaristas y estronguistas a que cuándo el adversario entra en
cancha deben apoyarlo porque “es Bolivia la que entra en cancha”. Nada más
falso, pues si se trata de usar clichés debiéramos también decir que el fútbol “es
una religión” y, por lo tanto, cada uno tiene sus preferencias.
Clichés son aceptados en el deporte,
porque ayudan a vender, pero ya es un exagero pretender que el fútbol sea la “patria
de calzones”.
Lo que sí se puede decir es que las FFAA
son la “patria de uniforme”, porque para eso fueron creadas en todas la partes
del mundo. Dicen que “para defendernos de los enemigos internos y externos”.
Pero si hay algún parecido entre el
fútbol y los ejércitos esa semejanza se resume a dos palabras: disciplina y
jerarquía. Si el significado de esas dos palabritas no son asimiladas por quienes
ejercen esas dos profesiones, es mejor que se dediquen a otra cosa.
En ese sentido, me late
que el movimiento militar del bajo rango de las Fuerzas Amadas de Bolivia, es
una maniobra política muy inteligente (pero no correcta), que tiene como
objetivo central las próximas elecciones generales que se celebrarán este año.
La duda es: ¿quién la alimenta?
La duda es: ¿quién la alimenta?
De lo que no hay duda que
si hay sectores militares que apoyan
(hasta ahora) incondicionalmente al gobierno del presidente Evo Morales, ellos
se encuentran precisamente entre los que en este momento se están
movilizados. Pero me suena que en
lugar de ayudar al régimen masista, están colaborando para su debilitamiento,
muy semejante al comportamiento de algunos futbolistas conocidos como “camarilleros”
cuando no gustan de un entrenador.
A los sargentos y suboficiales que desean “la descolonización de las Fuerzas Armadas”, hay que recordarles (en el supuesto de que ya lo sepan) que los modelos militares que rigen en los países comunistas, como Cuba, China y Corea del Norte, por un lado; y (casi)socialistas, como Venezuela, por otro lado, son de estricto respeto a la jerarquía militar y a la disciplina militar, y que los que ascienden a puestos de mando y comando, son las personas que se destacan por sus dotes intelectuales (formación académica en geopolítica) y militares (condiciones psíquicas y físicas) y no precisamente por su raza. Exactamente como sucede en los países capitalistas, cuyo lider (EEUU) inclusive, demoró decenas de años hasta ver a un negro llegando al generalato y a otro negro asumir la presidencia.
Yendo más fondo, los movimientos guerrilleros que implementaron, por ejemplo, los regímenes en China (Mao Tse Tung) y Cuba (Fidel Castro) fueron victoriosos por haber respetado, también, ese tipo de jerarquía y disciplina. Lo propio sucede con otros movimientos que no alcanzaron la victoria, pero que, justamente por la disciplina y respecto a sus jefes, se mantienen aún en actividad, como las FARC, en Colombia.
Por lo tanto, cualquier militar que no respeta la disciplina y la jerarquía, independientemente de su ideología política, será apenas un miliciano y no un militar. Y en ese mismo sentido, jugadores serán apenas camarilleros y no futbolistas.
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