Definitivamente, la figura del presidente Evo Morales es mejor tratada en el exterior del país. Su origen indígena y su condición de semianalfabeto, son motivo de admiración, por haber alcanzado, democráticamente, el máximo cargo del país.
La visita que realizó a la Conmebol fue un ejemplo. Con razones justas, con humildad y buen senso, el presidente consiguió que los presidentes de las federaciones muden de opinión; brasileños y argentinos, inclusive. Por eso, hay gran posibilidad de que el veto a la altura quede sin efecto.
Infelizmente, dentro de nuestras fronteras no ocurre lo mismo. La falta de respeto a la figura del presidente y a las instituciones del Estado es latente y lamentable. Una cosa es la divergencia política, otra cosa es intentar disminuir la autoridad de quienes fueron elegidos por la mayoría de la población.
En la Conmebol, civilizadamente, los dirigentes deportivos oyeron las ponderaciones y los argumentos de Evo Morales, sabiendo que es la máxima autoridad de un país afiliado. En la FIFA, así será, caso allá asista.
Estoy seguro que, por su pasado y ligaciones políticas, muchos en la Conmebol, no comulgan con la ideología del presidente boliviano, pero no por ello dejaron de respetarlo. Al contrario, atendieron su pedido.
Pero cuando está en Bolivia, hasta Hugo Chávez, su colega ideológico, no deja de colocar su brazo en el hombro del presidente, en señal de paternalismo; es falta de respeto.
Hasta las palmaditas que el cura Pérez de radio FIDES le da en el rostro al presidente, frente a las cámaras de TV y fotográficas de la prensa, es falta de respeto, pues las invitaciones a los almuerzos y entrevistas, a los que humildemente el presidente atiende, no es en condición de amigo y sí de presidente.
El cocalero Evo Morales siempre atendió a las invitaciones de autoridades extranjeras y periodistas nacionales, inclusive a quien escribe; como amigo, siempre jugó fútbol con quien podía, pero, hoy, es el presidente de la nación y merece respeto de políticos y periodistas, sean deportivos o no.
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