Ayer jueves, 31 de mayo, mientras los bolivianos encabezados por el ministro Quintana tenían la esperanza de ser recibidos por alguien de la FIFA, en Zúrich, no lejos, Joseph Blatter (foto) festejaba su reelección para un tercer mandato, hasta 2011.
Eran las dos caras de la medalla. Patético.
En Bolivia se protestaba con música y canto, en el propio Siles. Patético.
Los gorduchos de la Policía Nacional hacían lo que podían para mostrar que se puede levantar los brazos y agacharse en la ciudad de El Alto.
El presidente de la república jugaba al fútbol en plena Plaza Murillo.
Y en Zúrich, Joseph Blatter era aclamado por los delegados de las 207 asociaciones miembro de la FIFA presentes y con derecho a voto, entre ellos Carlos Chávez, presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, y “Patato” Méndez, presidente de la Liga. Patético.
Todos los delegados, inclusive los bolivianos, se pusieron de pie para ovacionar y confirmar la reelección del presidente Joseph Blatter.
Mientras que con el veto a la altura Blatter quiere “borrar del mapa futbolístico” a Bolivia, de manera simbólica, y evocando el nuevo lema de la FIFA "Por el juego. Por el mundo", un niño le entregó un globo terráqueo. Patético.
Lo mínimo que se podía esperar de Chávez y Méndez era que no asistieran a la ceremonia como muestra de protesta.
Pero, entendemos, los pasajes, viáticos y hospedaje de nuestros representantes los paga la Blatter y ellos solo tienen que levantar la mano. Patético.
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