Lunes de luto para el fútbol mundial
y sudamericano en particular. A los 70 años, murió en São Paulo, Brasil, Pedro Virgilio Rocha, futbolista uruguayo.
Tuve la suerte de verlo jugar, ya
consagrado, en pleno auge de Pelé, el Rey del fútbol, cuando en Brasil era muy
difícil algún futbolista alcanzar destaque dentro y fuera del campo de juego,
más aún, si era extranjero; rivalidad de por medio, la dificultad aumentaba más
si era argentino o uruguayo.
Pero como siempre hay una
excepción, esa excepción se llamaba Pedro Rocha.
Ídolo uruguayo de su selección e
ídolo absoluto del São Paulo Fútbol Club de Brasil.
Su elegancia en el desarme, en la
recuperación y en el armado de las jugadas era un contraste con la fama de los guerreros
y aguerridos futbolistas uruguayos.
Eso le valió un conceptuoso “uno de
los cinco mejores jugadores que vi jugar” del propio Pelé.
Y Pedro Rocha no era solo categoría;
era categoría y objetividad.
Único jugador uruguayo a disputar
cuatro veces la Copas del Mundo, marcando con la “celeste olímpica” 17 goles en
59 partidos.
Vistiendo la amarilla y negro del Peñarol de Montevideo convirtió 81 goles en 159
juegos y alcanzó sus mayores logros. Fue campeón uruguayo en 1964, 65, 67 y 68;
venció la Libertadores en 1960, 61 y 66; y conquistó el Mundial de clubes los
años 1961 y 1966.
Vistiendo la tricolor del São Paulo,
convirtió 113 tantos en 375 cotejos y conquistó el Campeonato Brasileño de 1977
y los campeonatos paulistas de 1971 y 1975.
Como suele acontecer con los grandes
jugadores de fútbol, Pedro Rocha, vivió sus últimos años con una pensión de mil
dólares y, en agradecimiento por todo lo que le dio en vida, São Paulo Fútbol
Club pagaba su tratamiento médico.
Pedro Virgilio Rocha, descanse en paz.
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