La imagen lo dice todo: el fútbol del mejor, caído; los marroquíes, bien parados; y el árbitro, de espaldas al partido.
Atlético Mineiro no solo fue eliminado del Mundial de Clubes,
como vio a su mayor ídolo de la actualidad, Ronaldinho, decir adiós a cualquier
posibilidad de ser llamado por Scolari para la Copa del Mundo no Brasil-2014.
En vano el club mineiro se esforzó médica y técnicamente
para recuperar al llamado Dinho, que es el diminutivo de Ronaldinho, como
diminuto fue su fútbol, sin creatividad y sin la capacidad de llamar para sí la
responsabilidad creativa, en el partido más importante de la historia del
Atlético Mineiro.
Con excepción, claro está, del gol genial marcado por
él, a los 18 minutos del segundo tiempo, de falta.
Pero no fue suficiente. Faltó al equipo brasileño el
juego solidario y objetivo que lo caracterizó durante este año que acaba; hasta
parecía que entró a la cancha subestimando y pensando en que resolvería en
cualquier momento el asunto. Pero fue sorprendido por un equipo, el marroquí,
que supo aprovechar muy bien las fallas del equipo brasileño para marcar sus dos
goles, el primero, a los 5 minutos del segundo tiempo, en contra ataque,
justamente después de un córner mal cobrado, ¿saben por quién¿, por Ronaldinho;
y el segundo, a los 37 también de la complementaria, en una ingenuidad del
zaguero brasileño Rever, que no desconfió
de la deficiencia técnica del árbitro.
Al final del partido, el equipo africano marcó el tercero (94´) y el resultado sorprendió hasta a
los jugadores del Raja Casablanca, que se abalanzaron hacia Ronaldinho para quitarle
sus atuendos, atuendos esos que podrán ser su mayor trofeo, pues no creo que el
Bayern de Munich y Ribery sean tan inoperantes como lo fueron el Atlético
Mineiro y Ronaldinho.
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