Bolívar campeón.
Suena bien, para alegría de su hinchada.
Pena que un campeonato que se decidió solo en la última fecha, por lo
tanto, lleno de emociones, sea empañado por el comportamiento de malos
dirigentes que todo hacen para conducir el fútbol boliviano por caminos
tortuosos y nada correctos.
La renuncia del entrenador Mauricio Soria y la huelga decretada por
jugadores de Blooming, horas antes del partido final, deben ser investigadas y
aclaradas, es necesario saber los motivos.
Porque el fútbol boliviano ya llegó al fondo del pozo, es una vergüenza.
No hay otra salida que la intervención en la Federación Boliviana de
Fútbol (FBF) hasta que el gobierno, vía Ministerio
de los Deportes, haga conocer la nueva Ley del Deporte, reglamentando la
actividad de la Federación, de las asociaciones y de los clubes.
No queremos que el gobierno
envíe un interventor a la presidencia de la Federación; la intervención debe
darse obligando a que los actuales y anteriores presidentes y los gerentes de
la FBF, sean obligados a informar respecto de los dineros recibidos, en nombre de
Bolivia, referentes a las últimas tres Eliminatorias de para copas del mundo,
por concepto de derechos de televisación y participación en los juegos. Lo
propio los clubes por su participación en las copas Sudamericana y
Libertadores.
La selección nacional y los clubes son instituciones de interés público,
no tienen dueños.
El gobierno es el administrador de la cosa pública y así debe actuar.
Solo una ley fuerte y rigurosa, podrá colocar al fútbol nacional en las
rieles.
Basta de clubes pobres y dirigentes ricos.
Es necesaria una investigación de fortunas en el ámbito futbolero
boliviano.
Para ello, es necesario acabar con ese escudo hipócrita que blinda a esas
entidades y a los clubes de fútbol, con el pretexto de que son entidades “sin
fines lucrativos”
El fútbol es un negocio y los negocios deben ser reglamentados por
fuerza de ley.
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