"El Principe" |
Llegó a Bolivia en 1963 para dirigir a la selección
boliviana, menos por sus atributos (tenía poquísima experiencia como entrenador,
ya que solo había entrenado al Uberaba de Minas Gerais y al Botafogo de Río de
Janeiro) y más por lo humilde en sus pretensiones económicas.
Danilo Alvim, al final, mostró su valía, fue llamado
de “héroe boliviano” y nos dio el campeonato Sudamericano de 1963.
Danilo Alvim, medio volante del Vasco da Gama y de la
selección brasileña, conocido como “El Príncipe”, por su elegancia para jugar
al fútbol, fue uno de los estigmatizados por haber sido derrotado por Uruguay
(1 x 2) en la final de la Copa del Mundo, en el famoso Maracanazo de 1950.
Pese a haber sido víctima de la pésima costumbre
boliviana, donde periodistas se dan la libertad de presionar a los entrenadores
(y vanagloriarse por ello) para que coloquen a éste o aquél jugador en campo,
Danilo Alvim supo imponer sus conocimientos y darle a la selección boliviana
del ´63, un fútbol competente y capaz de vencer a selecciones claramente con
más jerarquía, por su historia.
Muchos años después, en abril de 1996, como
corresponsal en Brasil de la revista Enfoques (dirigido por Cucho Vargas), lo
busqué durante dos días en casi todo el barrio de Lapa, donde vivía, en Río de
Janeiro, hasta encontrarlo en una clínica de reposo para ancianos (por ironía
cerca del estadio Maracaná) con alguna lucidez, pero sin poder hablar.
Con el permiso de su hijo Carlos Alberto (mascota de
la selección boliviana del ´63) pude registrar en imágenes el estado completamente
deteriorado del entrenador que le dio la mayor gloria al fútbol boliviano. Esa
fotografía se encuentra publicada en la página 157 del libro “50 años de la
Epopeya” de Cucho Vargas.
Como tantas veces, la historia se repite: Danilo Alvim murió el 16 de mayo de 1996, abandonado
por Brasil y Bolivia, países a los que les dedicó gran parte de su capacidad
como jugador y entrenador.
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