Promulgada la Ley Nacional del Deporte, lo que se espera es que la misma
sea el inicio de un cambio en usos y costumbres de quienes se encuentran
envueltos en asuntos deportivos en Bolivia.
Quien piensa que la nueva ley fue solamente confeccionada para modificar
el comportamiento de dirigentes y sus actividades, exigiéndoles transparencia
en sus gestiones, está equivocado.
Porque, a tiempo de Reglamentar las actividades normativas en la nueva
Ley, el gobierno, como administrador del
Estado, también se obliga a modificar su accionar, en base a nuevas políticas
deportivas, a partir de la educación, y de incentivos fiscales, para quienes se
dispongan a invertir en la formación y mantenimiento de los deportistas.
Está muy bien que se estipule que toda y cualquier institución que desee
realizar actividades deportivas, amateurs o profesionales, tendrá que
registrarse en el Ministerio de Deportes, porque esa obligación acabará con la
presencia de gente y grupos que permanecen controlando instituciones hace
muchos años, en un vicio que generalmente lleva a cometer actos de corrupción,
debido a la mala administración de recursos que llegan del exterior.
El Comité Olímpico Internacional (COI), las Federaciones
Internacionales, la Conmebol y la FIFA, no deben temer ninguna interferencia en
sus actividades técnicas en Bolivia, pues la Ley Nacional del Deporte, no
estipula ninguna intervención en ese aspecto.
Lo que sí estipula, es el respeto a las leyes bolivianas a través de
gestiones transparentes.
No se puede afirmar que la nueva Ley va a solucionar todos los problemas
el deporte boliviano, pero significa un avance para intentar salir del fondo
del pozo, lugar en el que hace tiempo se encuentra.
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