El capitán Godín, parte para el abrazo, después de marcar el segundo gol de Uruguay frente a Bolivia. |
Más cancheros, los uruguayos vencieron un partido cuyo ritmo lo dictaron
a voluntad,quebrando una mala racha de más de medio siglo, sin vencer a Bolívia
como visitante.
Ya a los 2 minutos, la selección uruguaya mostró cuál sería su propuesta,
cuando Muslera recibió un lanzamiento y de pié izquierdo falló el gol.
Susto tempranero para la selección boliviana, que intentó armar con Arce
por la izquierda, Jazmani por la derecha y Chumacero por el medio.
Pero como el equipo nacional no tenía rotación en el medio sector pues
jugaba insulsamente con dos volantes centrales fijos, Veizaga y Castro, pasó a
ser un equipo previsible y fácil de marcar; porque, además, Jair Torrico, por
la izquierda no tenía posibilidades de apoyar, debido a la presencia constante
de un uruguayo en esa banda.
La otra opción, Zampieri, por la derecha, tuvo cierta libertad, hasta
que los uruguayos colocaron otro hombre ocupando ese espacio, cerrando toda
posibilidad de apoyo.
El cuadro estaba trazado por los uruguayos que dejaban el dominio del
balón y el desgaste a los bolivianos, sabiendo que el poder ofensivo era
ninguno.
A los 9 minutos, después de una tentativa de apoyo, el uruguayo Sánchez recuperó el balón y lanzó
para Muslera que cabeceó, obligando al arquero boliviano Vaca a dar rebote,
bien aprovechado por Cáceres, para abrir el marcador. 1 x 0.
En ventaja, los uruguayos pasaron a tocar el balón en el medio sector y
los bolivianos a experimentar lanzamientos.
Esa fórmula era favorable para la visita, pues los locales raramente
llegaban a incomodar, ya que no tenían ni juego individual ni colectivo para fustigar
a la defensa adversaria.
A los 14 minutos el delantero Duk tuvo la gran oportunidad de gol para
los bolivianos, después de una excelente jugada de Zampieri, pero el balón se
chocó en el vértice derecho del arco charrúa.
La fórmula el zurdo Jazmani por la derecha y el diestro Arce por la
izquierda, para aprovechar el ángulo e intentar la diagonal o el centro, no
funcionó, porque raramente el balón llegaba al delantero Duk, perdido entre los
zagueros uruguayos. Y Chumacero, que debería ser una alternativa de juego por el medio, no
tenía espacios y mucho menos fuerzas para dar lo suyo.
Para el segundo periodo, el entrenador boliviano Baldivieso percibió lo insustancial
de tener dos volantes de contención y colocó al delantero Díaz en lugar de
Castro, con la intención de dar mayor poder ofensivo al equipo. No resultó,
porque el problema no era de número de jugadores en el área rival, la
dificultad era de creación y juego colectivo en el medio sector.
Al colocar a Lizio en lugar
Chumacero, y a Cardozo en el de Jazmani, con la intención de darle otra cara al
equipo, el entrenador Baldivieso también no acertó, porque el sistema no cambió.
Arce ocupó el lugar de Chumacero en el medio sector, el diestro Lizio jugó por
el lado izquierdo, y el zurdo Cardozo por el derecho. O sea, entraron para
hacer exactamente lo mismo que los que salieron. A eso hay que sumarle la circunstancia
de que Lizio no tenía sus mejores condiciones físicas.
Con el balón lejos de su área, los uruguayos ensayaban algunos ataques,
proponiendo la circulación del balón en el medio sector de la cancha.
En un balón parado desde la izquierda de su ataque, Godín aprovechó la
falla del arquero Vaca que no consiguió desviar el balón, y definió el partido,
marcando de cabeza el segundo tanto en el área chica, a los 69 minutos.
Un minuto después, ya desordenado tácticamente, el equipo boliviano se
quedaba con 10 jugadores, después de la expulsión de Jair Torrico.
Luego vinieron 24 minutos de lo mismo, Bolivia sin fuerza ofensiva, y
Uruguay jugando en el medio sector, sin rifar la pelota, esperando pasar el
tiempo.
El equipo boliviano muy previsible durante todo el partido, era muy fácil
de marcar y sin ninguna imaginación para crear.
El excelente público, que llegó casi a llenar los 35 mil lugares del Siles,
tuvo que resignarse con ese final.
Así mismo, aún en la derrota, generosa, la hinchada aplaudió.
Así mismo, aún en la derrota, generosa, la hinchada aplaudió.
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