La renuncia de Mauricio Soria a la dirección técnica de la selección
boliviana, significa mucho más que una simple dimisión.
Es mucho más que eso.
Porque, en el episodio, al entrenador demostró buen carácter y comportamiento
coherente.
La cuestión dinero, que en apariencia fue lo que disgustó a Carlos
Chávez, es apenas una fachada.
En realidad, el detenido presidente de la Federación Boliviana de
Fútbol, se sintió “traicionado”, debido a llamados telefónicos que Soria
recibió desde Bolivia en Chile, durante la Copa América, de una persona que
permanentemente pidió, y pide, la renuncia del hasta ahora jefe del fútbol
boliviano.
Las palabras de apoyo del interlocutor fueron rápida y debidamente
repasadas por Soria a los jugadores de la selección, sobre todo después de la
victoria frente a Ecuador.
Esa fue la “traición” de Soria, que en la ocasión le costó el puesto.
Ahora, al ofrecerle el cargo de “interino” por dos partidos a Soria, la
mayoría de los actuales directivos que comandan la Federación Boliviana de
Fútbol, aparte de la falta de respeto hacia el entrenador, demuestran que
Carlos Chávez aún tiene influencia en sus decisiones. Lo que no me sorprende.
Lo que sí me sorprende, es que personas muy ligadas al círculo de Carlos
Chávez, y que tuvieron participación activa en los calificativos de “traidor”
contra Soria, ocupen, ahora, cargos
importantes en instituciones íntimamente ligadas al autor de los llamados
telefónicos durante la Copa América.
Al final, de toda esa suciedad, el que demuestra más coherencia y sale
limpio es Mauricio Soria, que deja el cargo de una forma mejor a la que entró.
Viviendo y aprendiendo.
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