El entrenador de la
selección boliviana de fútbol, Julio César Baldivieso, asumió el cargo de una
forma poco habitual, hasta forzada, apurada, de cierta forma.
Lo que no es bueno. Al
contrario, es preocupante.
Bien a su estilo, antes
mismo el primer entrenamiento, se eximió de toda responsabilidad con relación
al partido frente a la Argentina, declarando que su trabajo comenzará en la
preparación para el partido frente a Uruguay, por las eliminatorias.
Caramba, Baldivieso y los
que lo acompañan, sí, tienen
responsabilidad en la goleada, desde el mismo momento en que aceptaron viajar y
dirigir ese partido.
Otro episodio que preocupa
es el que al volver de los EEUU, después
de la humillante derrota (0 x 7), renegó con algunos futbolistas bolivianos,
que fueron a intentar intercambiar sus camisetas, a los que criticó
públicamente, por ese acto.
Es bueno que Baldivieso sepa
que una vez terminado un partido de fútbol, sea cual fuere el resultado, los
jugadores deben, sí, saludarse, abrazarse e intercambiar camisetas, como
demostración de buena educación, actitud de respeto y para dignificar su
profesión. No sé si el entrenador boliviano sabe lo que es el Fair Play creado
por la FIFA.
Pero lo que más me preocupa
es que, por sus ansias de aparecer, en un comportamiento “marquetero” (de
marketing errado), Baldivieso habla para los medios de comunicación, lo que
cualquier entrenador profesional lo hace internamente, en lo más íntimo del camarín,
directamente al grupo de futbolistas que comanda. Criticar a sus jugadores públicamente, en lugar de unir
a un grupo, tiene efectos contrarios.
Para asumir la
responsabilidad de dirigir una selección nacional de fútbol, no es suficiente
ser ex jugador y demostrar conocimientos técnico tácticos.
Demostrar equilibrio
emocional y tener altas dosis de paciencia para las relaciones humanas y,
sobretodo, tener real conciencia de lo que es disciplina y exigirla sin ser
autoritario, son características
mínimas, básicas.
Porque el entrenador de fútbol es
el comandante y sus decisiones y actitudes son determinantes para el éxito o
fracaso de un equipo.
Y un comandante es el que
demuestra y no manda; es el que no huye a sus responsabilidades; es el que respeta a sus comandados.
Ya estamos en el Siglo XXI y
el fútbol es una actividad social de las más importantes en el mundo.
Actualizarse y conocerla, es requisito básico para trabajar como entrenador.
Bolivia está donde está en
el deporte, porque tiene una cultura deportiva atrasada.
Es bueno que Baldivieso tome
conciencia de que su cargo no se limita a montar un equipo y mandarlo a la
cancha.
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