En menos de dos semanas,
Julio César Baldivieso consiguió patear el tablero del fútbol boliviano.
Y no precisamente para
mejorarlo. Al contrario.
Y para eso, pidió hasta
ayuda de Evo Morales y citó a Pep Guardiola, en quien pretende, dice, se espejar para
tomar medidas disciplinarias en la selección.
Si tomamos en cuenta que tener
capacidad, conocimiento y liderazgo para aglutinar un grupo de personas en base
a planes mediatos y futuros, es el principal requisito para dirigir un equipo
en cualquier modalidad deportiva, vamos a convenir que Baldivieso no tiene
precisamente ese perfil.
Porque, inclusive, el
resultado más inmediato de la participación mediática de Baldivieso, fue la renuncia
del capitán Ronald Raldes a la selección, la molestia pública de Chumacero, que
colocó también su “cargo” a disposición, y la defensa, también pública, de
Pablo Caballero, entrenador de The Strongest que defendió a sus jugadores que estuvieron
en la selección.
Debido a todo ese
comportamiento, en tan poco tiempo, aumentaron mis dudas referentes a que si Baldivieso está
preparado para dirigir a la selección boliviana de fútbol; pero lo que no dudo
es que difícilmente su gestión terminará bien.
Hasta ahora, Baldivieso solo
habló de situaciones extra campo de juego, asuntos que, convengamos, sirven más a su
ego que al interés público deportivo.
Vuelvo a repetir, ser ex
jugador de fútbol, no es suficiente para ser buen entrenador.
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