Siempre lo dije y escribí
que el problema mayor del futbol boliviano es cultural. Atraso cultural.
Cultura como sinónimo
de instrucción, educación y civilización.
La mala formación de
todo el futbol boliviano como práctica social y todo su entorno se debe,
entonces, a una deficiente formación educativa en lo que refiere al deporte.
Todos los que vivimos
en función al futbol boliviano, específicamente, tenemos fallas en nuestra
formación.
Deporte no tiene nada
que ver con patriotismo, por ejemplo, por lo tanto, cuando creemos que todo lo
que es boliviano es bueno, nos equivocamos a priori.
En el fútbol, nadie es
mejor por haber nascido en éste u otro país; los que alcanzan destaque es
porque entendieron que es preciso evolucionar y profesionalizarse en todos los
aspectos relacionados a la pedagogía de la práctica deportiva.
Y como no hay en
Bolivia formación profesional, los resultados son alarmantemente desastrosos.
Todavía creemos que los
futbolistas se forman en las llamadas “escuelas de fútbol”, que son,
simplemente, escuelas recreativas que no tienen el mínimo criterio pedagógico
como para poder advertir cual de los niños matriculados tiene o no condiciones
de llegar al profesionalismo. Todos son admitidos y entrenados sin criterio, de igual
manera, basta que tengan dinero.
Para esas escuelas, lo
mismo es habilidad que técnica. Cuando en realidad las técnicas se las pueden enseñar,
pero no así las habilidades, que nascen junto con el individuo.
Y peor, esas escuelas tienen
como objetivo “formar futbolistas” y lucrar, pero se olvidan que al
autodenominarse “escuelas”, tienen también la obligación de formar ciudadanos.
Prueba de ello son las
declaraciones de Marco Antonio Etcheverry, ex jugador hábil con el balón
(salido de la “escuela de futbol” Tahuichi Aguilera), hoy ayudante técnico de
Xavier Azkargorta, que demostró ser carente de
formación ciudadana e ignorante del significado de la palabra deporte.
"Los venezolanos
son buenos haciendo telenovelas y tienen las mejores miss universo...",
dijo el llamado “Diablo”, con relación al próximo adversario de la selección
boliviana.
Muchos “periodistas”
entendieron esas declaraciones como forma de “motivar” (palabra de moda en el
periodismo nacional) a los jugadores bolivianos. Ledo engaño, porque en ninguna
actividad deportiva se puede pretender alcanzar el éxito deshonrando al
adversario.
"Lamentamos las
expresiones despectivas salidas del Cuerpo Técnico boliviano. Respetamos al
pasado pero trabajamos para el presente", fue la respuesta del joven y
exitoso entrenador venezolano, César Farías.
¿Adivinen quién salió
disminuido con todo esto?
Ilustración: gentileza
del periódico Mundo Hispano
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