La revista compara la situación de los
corintianos en Oruro a los gulags (campos de confinamiento de presos políticos)
de mediados del siclo pasado de la ex Unión soviética, pese a que el reportaje
de Isto É no envió a ningún periodista para hacer el reportaje de capa, al contrario,
las entrevistas con los corintianos fueron realizadas por teléfono, ya que,
como la misma publicación reconoce, existe un teléfono público dentro de la
cárcel a través del cual los detenidos se pueden comunicar tranquilamente con
el país y el exterior.
Hasta un diputado federal brasileño (Walter Feldman
(PSDB-SP – de oposición), que estuvo en Oruro visitando a los 12 brasileños,
declaró que “dentro de la cárcel, las condiciones son deshumanas y está claro
el riesgo de vida que los brasileños corren”.
Según el reportaje, los hinchas del Corinthians
no confían más en la embajada de Brasil en Bolivia: “El gobierno brasileño está
haciendo la política de buena vecindad con Bolivia, pero no va haber vuelta después
que uno de nosotros muera aquí. (Va a llegar el momento en que) o nosotros
matamos o morimos”, declaró a la revista Danilo Silva de Oliveira (asistente de
logística), uno de los 12 presos.
Citando fuente en diplomáticos que acompañan el
caso, la revista Isto É dice que (en Bolivia) los prisioneros extranjeros son
usados como instrumento de transacción política y, en la mayoría de las veces,
como fuente inagotable de recursos. “De reos, los corintianos corren riesgo de
volverse rehenes de un sistema judicial corrupto y en falencia”, comentó (según
la revista) un diplomático “veterano”.
Según el reportaje, “el diputado Feldman fue
alertado sobre el “contenido político” de la prisión de los corintianos que
sería una especie de represalia al refugio dado por la embajada brasileña en La
Paz al senador oposicionista boliviano Roger Pinto”.
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