Rafaela Silva, la judoca que
conquistó la primera medalla de Oro para Brasil en la modalidad de Judo, categoría de menos de 57 kilogramos, se crio en la
favela “Cidade de Deus”.
La vida en “Cidade de Deus”, la favela, fue mostrada por la película filmada totalmente en sus entrañas, en Río de Janeiro, dirigida por Fernando Meirelles, por coincidencia, uno de los responsables por la magnifica producción de la apertura de los Juegos Olímpicos de este año.
A muchos que vieron la película, impresionó más la
violencia con que esa población vivía, donde los únicos juguetes de niños y
jóvenes, hombres y mujeres, parecía ser las armas.
Esa es la única realidad que
los medios de comunicación siempre muestran, cuando se trata de hablar de
Brasil.
Hay otros escenarios.
Pero para la burguesía racista
que habita en la otra realidad de Río de Janeiro, los habitantes de las favelas
son generalmente personas de segunda o tercera categorías.
Pues esa gente es la misma
que hoy, a través de sus medios de comunicación, es la que se siente orgullosa
y feliz, por la conquista de la primera medalla de Oro para el Brasil, lograda
por una ciudadana negra y favelada.
Pura hipocresía.
Rafaela se dedicó al Judo
desde temprana edad, gracias a una academia montada por una ciudadana que no
era residente en la favela.
Rafaela ya había representado
a Brasil en los Juegos Olímpicos de Londres, el 2012, sin mucho suceso, pero se
recuperó el 2013, ganando el campeonato mundial.
Beneficiada por el programa
social “Bolsa Atleta”, creada por el gobierno de Lula da Silva en 2005, para
ayudar económicamente a deportistas, Rafaela decidió no abandonar su actividad
después de 2012, y se dedicó a prepararse para los Juegos Olímpicos de Río de
Janeiro.
Hoy, Rafela, la judoca de
Oro, se beneficia por el programa social “Bolsa Podio”, creada por el gobierno
de Dilma Rousseff, y participa de otro proyecto que capta recursos por la Ley
de Incentivo al Deporte, creada el año 2006.
Después de este episodio, no
sé si el gobierno interino de temer tendrá coraje de acabar con esas leyes de
incentivo al deporte, como había anunciado.
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