Los chilenos se adueñaron y dictaron el ritmo del partido ya en el primer tiempo. |
Realmente, el Bolívar que
perdió de visita, frente a Universidad de Concepción por 0 a 2, por la Copa
Sudamericana, me recordó al equipo que jugó el último torneo Clausura de la Liga boliviana, en el primer semestre.
Los cambios en el funcionamiento fueron pocos.
Porque continúa cargando su
mayor pasadilla: no tiene creatividad.
Su salida de balón fue
penosa, la defensa sufre cuando se trata de iniciar lances.
Sus laterales volantes, que
en tesis debieran ser los que apoyen, en función de los tres zagueros en el
fondo, no apoyan nada, porque los adversarios descubren rápidamente la fórmula
y les ponen marca.
Así, al medio campo, le
cuesta realizar jugadas; le falta hasta la básica triangulación, larga o corta;
sufre cuando requiere asegurar el balón y preparar jugadas para asistir a su ataque.
Le falta alguien para dictar
el ritmo, un canchero que la pise, levante la cabeza, haga rotar a sus
compañeros y a la pelota; en fin, alguien para crear las jugadas.
La presión que ejerció en
los primeros 15 minutos, cuando impidió que el equipo chileno salga de su
defensa, fue solamente una impresión corta.
Porque al descubrir la falta
de poder ofensivo del equipo boliviano, los chilenos comenzaron a explorar su
mayor dominio de balón, a través de lateralización de jugadas y de cambio de
banda permanente.
Así, sin sorpresas,
previsible como era, el equipo de Bolívar fue fácil de marcar. Y de vencer.
Le falta mucho al equipo bolívarista.
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