lunes, 7 de octubre de 2013

LA PEDAGOGÍA EN EL FÚTBOL BOLIVIANO

Al fútbol boliviano le falta actualización científica en la pedagogía del entrenamiento.  Por ello, jugadores como Alejandro Chumacero, pese a tener habilidades técnicas y de poseer importantes características aeróbicas y anaeróbicas de resistencia, las mismas no son coherentemente entrenadas para que se complementen con las fuerzas rápida y explosiva, lo que redunda en deficiencia cuando toca enfrentar durante 90 minutos a los adversarios del exterior.  

Siempre dije que el hincha del fútbol, como todo espectador, va a los estadios para ver un buen espectáculo porque paga su entrada  y cuando su equipo no juega bien, tiene todo el derecho de reclamar. Derecho este que tiene sus limitaciones, menos mal. Menos mal, porque entre esos derechos no está precisamente el de exigir a un entrenador que coloque en el equipo a éste o aquél jugador. Quien juega o no juega, ese sí, es un derecho del entrenador decidir, con todas las responsabilidades que esa decisión implica.   

En ese mismo sentido, el periodista deportivo tiene todo el derecho de pedir un buen espectáculo (en el caso de los relatores, reporteros y comentaristas), así como de exigir un buen comportamiento de todos los que se encuentran envueltos con el fútbol. Pero ese derecho termina cuando comienza la obligación de informar correctamente y sobre todo de saber que la libertad de expresión y/o de opinión no significa interferir en el trabajo del entrenador, sugiriendo, pidiendo, exigiendo, que éste o aquél jugador deba ser o no ser titular.  

La ciudad de Recife, en el noreste brasileño,  está tan lejos, pero al mismo tiempo tan cerca de nosotros bolivianos, que todo lo que acontezca con el jugador Alejandro Chumacero será  de interés público nacional. Por eso el día a día del joven ex The Strongest en el Sport,  puede traernos aprendizajes importantes tanto para hinchas como para periodistas bolivianos.

Y quien se encargó de darnos la primera lección es el entrenador del Sport de Recife, el experimentado Geninho (foto), que con una declaración simple demostró cual debiera ser la cultura correcta en el fútbol profesional brasileño y, claro, boliviano: “El día en que permita que la hinchada y el periodismo deportivo me hagan el equipo, yo largo el fútbol”, comentó el técnico.

Él se refería a las presiones, tanto de la hinchada como de algunos periodistas deportivos recifenses, para que coloque al jugador boliviano en el equipo titular.

“Tengo la plena seguridad de que quienes están pidiendo a Chumacero en el equipo titular, no vieron dos partidos completos de él. Entonces, ustedes de la prensa no tienen condiciones de hablar todo lo que hablan respecto de Chumacero”, explicó Geninho a los periodistas.

Y ahí está el otro alerta para el fútbol boliviano, ya que el entrenador brasileño y su cuerpo técnico, dieron a entender que Alejandro Chumacero tiene grandes condiciones técnicas, pero no está físicamente (aún) para aguantar 90 minutos en un fútbol altamente competitivo.

El episodio y las observaciones del entrenador brasileño Geninho, con relación a Chumacero, reflejan la realidad del fútbol boliviano que, para ser más sinceros y menos patriotas, debemos reconocer no está a la misma altura del fútbol que se practica en otros países. El ejemplo más claro es que en los torneos de la Liga Profesional del Fútbol Boliviano, Chumacero se destacaba por ser uno de los que más corrían y ocupaban espacios dentro del campo de juego.

El error está, creo, en que los jugadores bolivianos como Alejandro Chumacero, pese a tener habilidades técnicas y a poseer importantes características aeróbicas y anaeróbicas de resistencia, las mismas no son coherentemente entrenadas para que se complementen con las fuerzas rápida y explosiva, lo que redunda en deficiencia cuando toca enfrentar a los adversarios del exterior.  Al fútbol boliviano le falta actualización científica en la pedagogía del entrenamiento.  




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