Azkargorta perdió la gran oportunidad de terminar su ciclo
en la selección boliviana de fútbol de una forma inteligente y menos
traumática.
Para eso, era necesario que tenga más criterio en la convocación del equipo para encarar al Perú por la última fecha de las
Eliminatorias Sudamericanas a la Copa del Mundo Brasil-2014, partido ese que,
dígase de paso, servirá solamente para confirmar que el fútbol boliviano está
totalmente desgobernado.
Y ya que el vasco desea ser reconocido como el “que
promueve a jóvenes valores” en el fútbol boliviano (lo que le valió críticas por
parte de su paisano y técnico de Bolívar, Miguel Ángel Portugal), debería haber llevado al Perú
a una selección renovada, sub 21, encabezada por el arquero Quiñones y el
volante Arrasgaita de Bolívar.
Pero, no, como es omnipotente, Azkargorta prefirió
hacer gastar dinero a la Federación Boliviana de Fútbol, anunciando en su lista
de convocados a Edivaldo, que vino desde
Thailandia; a Ronald Raldes, desde Argentina; a José Luis Chávez, desde México;
a Vicente Arze, desde Bélgica; y a Marcelo Martins Moreno, quien debiera estar “metido”
en el Flamengo de Río de Janeiro, para ganarse un lugar y garantizar su continuidad
en el club carioca.
Con su actitud, el bigotón perjudicó también el
trabajo de los entrenadores en los clubes de la Liga que, estando en plena
actividad competitiva en el torneo Apertura, deben interrumpir su trabajo por
dos semanas, debido a un cotejo que a nadie interesa, a no ser para Azkargorta,
para pleitear con más argumentos su continuidad en el cargo. Dependiendo del
resultado, claro.
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