Luis Enrique y Pep Guardiola, orígenes futbolísticos similares y equipos, hoy, sutilmente diferentes. |
Estamos en vísperas de
cuatro grandes encuentros futboleros que nos harán conocer a los dos finalistas
de la Liga de Campeones de Europa.
Real Madrid (España) x
Juventus (Italia) y Barcelona (España) x Bayern de Munich (Alemania, son los
cuatro clubes semifinalistas.
Parecería un año más de un
torneo que, por sus propias características, llama la atención de los amantes
del fútbol en todo el mundo.
Sin embargo, hay un complemento
especial en el partido del Barza contra el Bayern; es la presencia de Pep
Guardiola, hoy entrenador del Bayern y, antes, del Barza.
Para muchos, el Barza
continua jugando el fútbol que Pep le inculcó en los buenos años que pasó,
dando, por eso, menos atención al trabajo de Luis Enrique, el actual
entrenador.
No entro en ese análisis, porque
veo muchos méritos en el trabajo de
Enrique que, inteligentemente, no exigió un cambio en la forma de jugar del
equipo (y ni podía), por el simple motivo de que, obviamente, las características
de sus jugadores son las mismas que en le ápoca de Guardiola. Atletas
poseedores de grandes habilidades en sus tres líneas y a los que se les pide un
permanente y coherente movimiento, con y sin balón. Así fue y así es con
Guardiola y Enrique.
El mérito de Enrique está en
el hecho de haber podido administrar egos y caprichos de las “estrellas”, que
en ciertos momentos quisieron imponer sus criterios y no simplemente
discutirlos; Guardiola pasó también por ello. Ese comportamiento, propio del
fútbol latino, generalmente lleva a la
renuncia de entrenadores, pero, sobre todo, al fracaso de los equipos.
Hay en el Barza hoy (y así
siempre debe ser en el fútbol de alta competencia), una permanente rotación de
jugadores en los diferentes partidos, locales e internacionales. A rigor, todos
los clubes europeos implementan esa práctica, porque es una forma no solamente
de controlar el desempeño físico de sus jugadores como también aprovechar a
todos, dependiendo de los adversarios. La presencia, por 45 minutos cada uno,
de Iniesta y Xavi, son ejemplo claro de esa forma de trabajo implementado por
Enrique y que le ha dado excelentes resultados al Barza.
Los únicos que no entran en
esa política, son las estrellas Messi y Neymar, porque son titulares absolutos;
absolutos no porque sean superhombres e insubstituibles, absolutos, sí, porque
ellos y el club, mantienen cláusulas contractuales millonarias con los sponsors,
que exigen su presencia en todos los encuentros.
Así, es un ledo engaño
interpretar al fútbol del Barza actual siendo, aún, simplemente producto del
trabajo de Pep Guardiola. Algo debe permanecer, obvio, pero, creo, Enrique está
consiguiendo darle una dinámica futbolística diferente, sobretodo en la marca.
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