19 de noviembre de 1969, estadio Maracanã, noche llena, más de 80 mil hinchas.
El mayor jugador de fútbol de toda la historia, Pelé, con su camisa blanca, sudada, marcada con el nº 10, estaba a tres metros de la pelota, que yacía, quietita, en la marca del penal.
Bajo los tres palos, el excelente arquero argentino, Andrada, que defendía al Vasco da Gama de Río de Janeiro.
Suena el silbato, Pelé avanza, y con la quietud de quien conoce del asunto, envía el balón hacia el lado izquierdo del arco vascaíno.
No, no era un gol más del Rey del Fútbol, era el gol nº 1000.
Y marcaría 300 goles más a lo largo de su carrera.
Y marcaría 300 goles más a lo largo de su carrera.
Entró para la historia, historia que ahora la recordamos, con derecho a ver el balón de la hazaña.
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