Los jugadores celestes (anoche anaranjados) conmemoraban la victoria como si nada hubiera pasado (Foto: Divulgación página oficial de Bolívar). |
Cardozo, obediente, le hizo caso; marcó el sexto gol
de Bolívar, en la goleada (6 x 1) al San José. Pero, previamente, había dejado con la nariz quebrada, a Vladimir Soria,
asistente técnico de Azkargorta, a quien había agredido.
Literalmente, con su acción, Azkargorta remató en el suelo a su asistente técnico, que era atendido en una clínica.
Literalmente, con su acción, Azkargorta remató en el suelo a su asistente técnico, que era atendido en una clínica.
Si algún buen concepto todavía quedaba con relación a
la personalidad de Azkargorta, ciertamente esa concepción ya está sepultada.
El entrenador bolivarista fue contra todas las reglas
éticas del deporte al permitir que un brabucón entre en cancha.
Azkargorta demostró que perdió personalidad y comando.
Y quien no tiene esos dos fundamentos, no puede
liderar absolutamente nada.
Fuese yo el dueño de Bolívar (no lo soy, lo es Marcelo Claure)
suspendía de inmediato al jugador Cardozo, dándole una ejemplar multa
pecuniaria, y prescindía de los servicios de Xavier
Azkargorta.
Lo más lamentable de todo es la falta de solidaridad
de los miembros del plantel, confirmando
el caos existente actualmente en
Bolívar, porque, mientras Vladimir Soria era preparado para una intervención
quirúrgica (que será realizada probablemente mañana), los jugadores celestes
(anoche anaranjados) conmemoraban la victoria como si nada hubiera pasado (foto).
En nombre del fútbol boliviano, y por su pasado
deportivo glorioso y siempre disciplinado, presento mi solidaridad pública a
Vladimir Soria.
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