¿Qué nos deja el amistoso
en el que Venezuela le empató a Bolivia (2 x 2), en la ciudad de Táchira?
Futbolísticamente, para mí,
la constatación de que realmente “el fútbol es una cajita de sorpresas”.
Sirvió, como no podía dejar
de ser, para que Venezuela saque conclusiones importantes para continuar
saboreando la posibilidad de clasificar por primera vez a una Copa Mundial.
Para Bolivia, sirvió para
respirar un poco mejor en un ambiente futbolístico donde el aire no es de los
más puros.
Creo que, lo más importante,
como escribí en post anterior, sirvió para constatar que algunos jóvenes
jugadores como Arrascaita, volante de Bolívar, y Cabrera, zaguero de The
Strongest, son una realidad y no más una promesa.
No considero, desde un
punto de vista periodístico y mirando siempre las entre líneas, un merito de
Azkargorta el debut de estos dos jugadores, porque en el fútbol boliviano son
tan pocas las figuras que aparecen, que no convocarlas, sería merecer un
certificado de ceguera.
Como el resultado de este
amistoso no interesa en lo mínimo y como preguntar no ofende, cuestiono algunas
cosas: ¿Cuánto ganó monetariamente la Federación Boliviana de Fútbol? ¿Quién
pagó y cuánto costó el vuelo charter hasta Táchira? Y ya que los dirigentes del
fútbol nacional son el albo preferido de la prensa en lo que a críticas se refiere y para
ser coherentes, pregunto: ¿los periodistas bolivianos que estuvieron
acompañando a la selección se pagaron de su propios recursos el viaje o se
subieron gratuitamente al “tren de la alegría de la FBF?
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