Y no sabe
marcar en ningún sector del campo de juego. Ese campo que divido yo en tres
sectores (al contrario de los 4 sectores habituales): sector tres (ataque);
sector dos (medio campo); y sector uno (defensa).
Cada uno de
esos sectores, comenzando del ataque, tiene una forma diferente y obligatoria de
marcar, para no recargar el trabajo del sector inmediatamente abajo.
En el
futbol boliviano, los atacantes no marcan la salida de balón adversaria; los
mediocampistas no marcan (a no ser con faltas) la evolución creativa contraria;
y los defensores, sobre todo laterales, no marcan ni mucho menos impiden que el adversario realice la jugada
más burocrática (pero eficaz) del futbol: el centro.
Entonces, ¿a
quién culpar?
En este
caso, a los entrenadores (desde los formadores) que no se ocupan de dar
entrenamientos técnicos específicos de marca, para cada jugador, con el
objetivo de mejorar su desempeño en cada uno de los tres sectores.
Y esta
deficiencia nacional, tiene dos motivos esenciales: falta de potencia física (resistencia)
y carencia total de criterios tácticos disciplinarios en campo de juego, que
solo se adquieren con mucho entrenamiento.
Para el
primer motivo, la ciencia y la tecnología están al servicio; para el segundo, como
en la ciencia, no hay tesis definitivas, todo dependerá de la investigación y creatividad
de los que se asumen entrenadores.
Cuando
estoy concluyendo este texto, el cuarto gol de Tijuana no hace más que
confirmar mis conceptos.
Y faltan 15
largos minutos.
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