Los
árbitros son personas normales, sin necesidad de complicarse la vida.
Aunque a
veces complican la de los otros.
Las 17
Reglas de la FIFA, son su base.
Pero, así
mismo, erran, y feo.
Pero, no se
puede juzgar a personas que tienen en su trabajo la obligación de decidir de
inmediato.
Al
contrario de los jueces civiles, los árbitros deben decidir ese mismo día,
tiempo y lugar.
¿Qué hacer
entonces?
Darles
condiciones de trabajo y libros, muchos libros, para que, cuando paren de leer,
se manifiesten en gimnasios y academias.
Una lectura siguiendo a Paulo Freire, psicopedagogo brasileño, que pide a quién lee, que sepa interpretar la lectura y no simplemente, leer para guardar en la mente.
El mal,
señores, es educacional.
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