Hoy concluye el Torneo Clausura- 2016, uno de los más opacos de
la Liga del fútbol Profesional Boliviano.
Dejando claro que Wilstermann de Cochabamba es un justo vencedor por su
desempeño en la conquista de puntos, sobre todo como visitante, todos los equipos tuvieron serísimos altibajos técnicos y administrativos.
El torneo que termina, es la repetición de un círculo negativo que se
repite campeonato tras campeonato, año tras año; o sea, baja cualidad, dentro y
fuera de las canchas es latente.
Fuera de las canchas, lo más absurdo es la costumbre que los llamados
dirigentes tienen de firmar contratos que no los cumplen, dejando deudas y
problemas para los próximos que se animen a asumir la dirección de sus
instituciones.
Dentro de las canchas, los que se siente y se ve es indisciplina y fútbol de baja cualidad, debido a la formación de grupos de
jugadores, descontentos con los atrasos en el pago de sus sueldos, lo que
conspira contra la formación de equipos, contando con la pasividad de entrenadores, que
muchas veces se suman a uno de los grupos, lo que determina los fracasos seguros.
El elevadísimo índice de goles que se marca en el fútbol boliviano (promedio
de 3 tantos por cotejo) podría ser un dato favorable, pero, al contrario, es pura ironía, pues se trata de la muestra más clara de la deficiencia técnica, porque no existen torneos más
fáciles de marcar goles, que los de la Liga nacional.
Esa caótica situación en los campeonatos, se debe a la irresponsabilidad
de los dirigentes que, en su mayoría, se entrometen en la formación de los equipos, y, sin ningún
criterio profesional, contratan futbolistas, lo que redunda en la bajísima
calidad técnico táctica del fútbol boliviano.
Los entrenadores extranjeros, con rarísimas excepciones, llegan a
Bolivia cargando fracasos anteriores, debido a su baja formación y/o
inexperiencia. A eso se suma la desconfianza que se tiene con relación a la
capacidad de los entrenadores nacionales, donde también hay contadas
excepciones.
Finalmente, el círculo es cerrado, por la actividad de FABOL, la organización
que representa a los futbolistas profesionales, cuya único motivo de sus existencia
parece ser presionar para que la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) repase
recursos económicos a los clubes de la Liga, para que ésta, a su vez, cumpla con los contratos
firmados con sus futbolístas. El paro, la huelga, son los únicos argumentos que se conocen respecto de las
actividades de FABOL, cuyos dirigentes o representantes nadie sabe como son
elegidos.
Y qué decir de los árbitros bolivianos, los peores pagados en sudamerica,
cuya deficiencia técnica es producto justamente del caos en el que realizan su
actividad.
Con ese guión, está acabando el Torneo Clausura y ciertamente comenzará
el Torneo Apertura.
Mientras tanto, hagamos de cuenta que tenemos un fútbol profesional en
Bolivia.
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