Noten que escribo EQUIPO y no CLUB.
Porque en
el fútbol boliviano abundan los equipos y no pasan de 5 los clubes.
Y pensar que pasa por la cabeza de los “iluminados” dirigentes nacionales, el aumentar (para más de 12) el número de equipos en el grupo profesional.
Nada más
insano para un país que no tiene carreteras aptas; no tiene aeropuertos capaces
de recibir aeronaves modernas; no posee, en fin, infraestructura capaz de soportar
el flujo de viajantes que el futbol necesita.
Pero, lo
que más alarma, es que los capos de la Federación y de la Liga argumentan que “aumentar
la cantidad de equipos es unir al país a través del deporte”.
Ese
discurso está bueno para el gobierno (que apoya la idea por motivos obvios)
pero no para los que nada tienen que ver con política partidaria como,
entiendo, los deportistas.
Un solo
dato ya desdeña, desde ya, la idea: en muchas capitales del país no existen
campos de juego oficiales y en condiciones de recibir público, lo que es una
invitación a promover desgracias.
La Paz FC,
Destroyers, Guabirá y Wilstermann, que disputarán el llamado ascenso-descenso indirecto,
son “instituciones” (pese a tener cierta historia sobre todo Wilstermann) que actúan cerca de la
marginalidad, porque nadie sabe de estatutos, movimientos económicos,
dirección, patrimonio, etc, etc. Son dirigidas por personas que tienen
intereses diversos, pero que están muy lejos de haber sido elegidos democráticamente.
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