sábado, 1 de marzo de 2008

¿Qué esperar de los equipos bolivianos en la Copa Libertadores de este año?

La presencia de los clubes del fútbol boliviano en contiendas internacionales oficiales no es nueva. Viene desde que Municipal, de Wilfredo Camacho, enfrentó al Santos de Pelé, en 1962, por la Copa Libertadores de América. Por lo tanto, historia, experiencia y roce internacional, el balompié nacional tiene.

Entonces, ¿qué acontece que no conseguimos avanzar técnica, táctica y físicamente? ¿Por qué ni los clubes, ni la Selección, consiguen competir de igual a igual con los equipos de otros países, sobretodo cuando se juega en el exterior?

Analizar la participación de cada uno de los equipos bolivianos en la Libertadores o la Sudamericana se torna monótono, repetitivo y poco imaginativo, porque, a rigor, todos demuestran las mismas fallas y las mismas incoherencias, año tras año.

Eso nos lleva a pensar, y a llegar a la conclusión, de que el fútbol boliviano, desde la cuna, crece con deficiencias estructurales que, en deportes, debieran ser llamadas, más bien, de "deficiencias culturales".

El concepto sociológico de cultura nos demuestra el origen del problema futbolístico boliviano: "conjunto de características humanas que no son innatas, y que se crían y preservan o aprimoran a través de la comunicación y cooperación entre individuos en sociedad".

Caramba, la actividad deportiva en nuestro país, como todas las otras actividades además, se la realiza exactamente en contramano del concepto sociológico de cultura.

Pasando a limpio, quiero decir que en el fútbol boliviano la comunicación esta errada y, lo peor, no existe ninguna cooperación. La Federación, la Liga, las asociaciones, los clubes, los jugadores, en fin, todos los que viven en torno del fútbol en el país, caminan cada uno por su lado. No hay unidad ni respeto a las instituciones. Todos defienden lo suyo, al mejor estilo corporativista.

Y si continuamos analizando los conceptos sociológicos de cultura deportiva, nuestro asombro llega al borde de la desesperación, porque la práctica futbolística y actividades congéneres, culturalmente hablando, que debieran servir para mejorar los valores humanos e institucionales, no cumplen ese cometido.

Así, la producción y transmisión de conocimientos, resultantes del proceso o estado de desarrollo social del país, por medio del fútbol, es lamentable.

Hasta en la práctica deportiva, basada en el concepto antropológico de cultura, estamos equivocados, porque los códigos y padrones que regulan el deporte boliviano en general y futbolístico en particular, están errados, individual y colectivamente.


Entonces, ¿qué valores humanos y deportivos transmitimos a nuestros niños? La repetición de los errores es lo que ellos encuentran en el decorrer de su formación.

Resumiendo, la deficiente participación futbolística nacional, en competencias internacionales, sobretodo cuando se realiza fuera de nuestras fronteras, es resultado de la repetición de errores en la formación de los niños como deportistas, desde siempre.

En Bolivia, los errores en el fútbol no son casuales o circunstanciales, son parte del cotidiano, o sea, forman parte de nuestra cultura. Y, lo peor, no preocupan a las personas o instituciones que deberían cargar responsabilidad. Conviven con esos errores y no hacen nada para eliminarlos.

Por ello, no creo que la contratación de éste o aquél jugador extranjero (casi todos en final de carrera o prescindidos en su origen) contribuya para mejorar el desempeño de los equipos bolivianos en las copas Libertadores y Sudamericana del presente año.

Cambiaría algo, si comenzáramos a pensar, ya nomás, en los niños que están en el útero o que vendrán a ser concebidos. Esperaríamos mejoras, si preparamos para ellos una sociedad deportiva cultural diferente. Solo así, quién sabe, podríamos tener un campeón en los torneos internacionales.

Y eso seria de aquí a 20 años, mínimo, ¿no les parece?

Comenzar con esos cambios depende de todos, inclusive periodistas.

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