Ese es el mayor trabajo que tienen sus
entrenadores: dejarles saber que tienen que obtener su propia personalidad para
llegar a la primera división. O sea, inculcarles que no se espejen en ningún
jugador que admiran, porque dentro de la cancha, en competencia oficial,
aparecen la habilidad (que es cognitiva) y la técnica que se adquiere
entrenando, y no los sueños de ser igual
a otros.
Para mí no es muy difícil entender las
bajísimas presentaciones de argentinos y brasileños en el Sudamericano sub 20. En
esos dos países se vive, hoy, una especie de síndrome “mesista” y “neymarista”,
dos excepcionales jugadores y por eso mismo inimitables.
Existe una verdad impuesta por los medios de
comunicación dedicados al deporte que, a la larga, perjudica el desempeño de
los jóvenes valores sudamericanos en competencias como el Sudamericano sub 20:
es la llamada “vitrina” para soñar con una transferencia a Europa, cuando, en
realidad, debieran estar simplemente preocupados en demostrar a sus
entrenadores que los están observando en casa que merecen una oportunidad en el
primer plantel.
No es coincidencia que Chile sea el que mejor
está compitiendo, es que, hoy, los jóvenes chilenos carecen de una figura a
quién imitar en su país, o sea, juegan con el compromiso único de mostrarse en
su propio país. Lo propio pasa con los uruguayos. Sin contar que en esos equipos
ya poseen jugadores que actúan fuera de
sus fronteras.
La estrepitosa caída de Bolivia frente a
Colombia (0 x 6), después de un empate ilusorio frente a la Argentina,
demuestra, sumado a lo indicado arriba, que en nuestro país, se vive del
resultado inmediato, o sea, si vencemos o empatamos frente a equipos de países
mejores futbolísticamente, pensamos que estamos en el mismo nivel, cuando lo
más importante sería tener conciencia de que nuestra estructura es inferior, lo
que, acredito, permitiría entrar en cancha más confiados, dejando la
responsabilidad a los adversarios en la búsqueda de resultados positivos.
Frente a los colombianos se jugó aún pensando
en el empate frente a los argentinos, olvidándose que no hay equipos iguales. Y así nos fue.
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