El entrenador celeste, Miguel Portugal,
demostró una vez más (tal cual lo hace Azkargorta en la selección) que su preocupación principal es defender,
colocando tres volantes con más vocación
para la marca y con la intención de aprovechar a sus laterales para atacar y que se sumen en las
acciones, muy esporádicas, al único atacante que coloca en el juego (en el caso
Cantero). Es una tendencia europea de hace tres años, todo bien, entiendo, pero hay que tener
jugadores con características específicas para ello, o sea que marquen y que
sean creativos al mismo tiempo.
Frente a San José el español intentó sorprender
al entrenador del equipo orureño, el canchero Ferrufino, con Lizio y Arce por
los lados a los que se sumaría Cardozo por la izquierda, para, en tesis, tener
un equipo ofensivo.
En tesis, porque el equipo visitante jugó con una defensa sólida por las
bandas, con una buena cobertura para las subidas de sus laterales Reyes y
Torrico, que fueron factores desequilibrantes, debido a que ni Lizio, ni Arce
tenían fuerzas para acompañarles y marcarles.
Listo, cerrados los circuitos ofensivos de
Bolívar, San José jugó tranquilo porque, por el medio, los celestes no preocupan
a nadie debido a su parca creatividad y
su truculencia en la marca, truculencia esa que, por ironía, viene siendo un
verdadero bumerang ya que, cuando marcados, los volantes defensivos bolivaristas tienen
que recorrer a la violencia con las consecuentes expulsiones.
En resumen, la teoría de los españoles de la
selección y de Bolívar no sorprende a más nadie.
En tiempo, debemos recordar que el futbol ya no está usando centros delanteros especialistas, solitrios e isolados en el área grande. Hoy, todos marcan y todos atacan.
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