Lo que me
preocupa actualmente con la selección, no es la selección
propiamente dicha.
Siquiera tengo
preocupación ni motivación alguna con la
vuelta de Azkargorta.
Lo que me
preocupa es el adversario de turno.
Y no que el
futbol de Guyana sea precisamente temible.
Es que el
adversario representa exactamente el concepto internacional con el que se
encuentra el futbol boliviano en la actualidad.
Ningún otro país
aceptó jugar contra Bolivia en esta fecha FIFA.
Por el sencillo
motivo de que nuestro futbol, en este momento, no acrescenta nada futbolísticamente,
por lo tanto, conceptualmente, si tomamos en cuenta que conceptos son ideas.
El amistoso
contra Guyana fue preparado especialmente para el retorno sin traumas de Azkargorta
al comando de la selección.
Adversario fácil para
cuidar la imagen del “bigotón”. Una imagen que él mismo se encargó de
desgastarla a partir del momento en que dejó de dirigir la Verde en 1994 (con
los bolsillos llenos) para hacerse cargo de la selección chilena, donde fue un
fracaso (foto); como lo fue en Japón y en México.
Cuando, al
volver a la selección, Azkargorta declaró que “aún hay posibilidades de clasificar a
Brasil-2014" y que trabajará para que eso ocurra, hizo un ejercicio de retorica
fantástico. Porque todos saben que lo dijo advirtiendo (entrelineas) que no se
responsabiliza si eso no ocurre.
Por eso, no será
sorpresa para este escribidor si un día Gustavo Quinteros confiesa que se fue a
Ecuador con la venia previa de Azkargorta.
En el ingenuo
futbol boliviano todo puede pasar.
Sinceramente, me
queda la impresión de que el dinero de 1994 se le acabó a Azkargorta y que para
él la oportunidad todavía se encuentra en Bolivia. Es lo justo, para él.
Lo que la
experiencia de 35 años de periodismo deportivo me dejó, es que en el futbol no
es posible soñar ni hacer magia.
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