Comienza el año futbolero en Bolivia y los vaivenes también inician su aparecimiento.
Los clubes buscan, buscan refuerzos y, claro, los encuentran. Entrenadores también.
Pareciera que el ambiente se calienta de tal forma que la fiesta para la hinchada estaría por llegar, junto a nuevos jugadores para los clubes.
Sin embargo, es un verdadero espejismo, como cada año, además.
Porque los nombres que se manejan son los mismos de hace años. No cambian. No hay nada nuevo.
La única expectativa que puede existir es saber si éste o aquél jugador rendirá lo mismo o mejorará en un nuevo club, nada más que eso.
Hay tantos jóvenes y buenos futbolistas en los países vecinos que se encuentran sin trabajo, pero siquiera son procurados por dirigentes bolivianos, por una simple razón: no hay dinero. Y lo poco que existe no alcanza.
Así, la hinchada boliviana tendrá que conformarse, una vez más, con lo viejo y doméstico.
En fin, comenzamos un año más, sin sorpresas y mucha redundancia.
Ya estamos mal acostumbrados.
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