“Confieso que ya andaba preocupado con ciertos
modelos que contaminaron el ambiente periodístico deportivo brasileño en los
últimos tiempos. La confusión entre lo que significan la actividad periodística
y la propaganda comenzó a ser vista como normal en las facultades como si fuese
imposible resistir."
“(…) Quien escoge el Periodismo como profesión
precisa tener el compromiso de hacer un mundo mejor y no de de tener una cuenta
bancaria mayor. Y da para vivir muy bien sin necesidad de ensuciar la profesión”.
(Juca Kfouri – periodista brasileño, en la presentación del libro Manual del
Periodismo Deportivo, Editora Contexto, São Paulo, 2006).
¿Cambió algo en la actividad periodística deportiva en Brasil después de ese mensaje
contundente? Sí. El hecho de que el propio libro, escrito por los periodistas
Heródoto Barbeiro y Patricia Rangel, sea lectura obligatoria en las facultades
de Comunicación Social y Periodismo, ya es un triunfo.
Claro que aún se encuentran en actividad muchos “periodistas” brasileños que se ocupan más en vender que en informar, pero están conceptualmente deprimidos porque
debidamente identificados, por lo tanto con poca credibilidad.
Si Juca, Heródoto y Patricia se diesen una
vueltecita por Bolivia, ciertamente tendrían un síncope y no precisamente por
la altura.
En los últimos meses, me di el trabajo de
monitorear algunos programas deportivos bolivianos de radio y televisión que transmiten
vía satélite para todo el país y constaté (¡pasme!) que los criterios éticos
básicos de la Comunicación Social fueron invertidos: 30% de información, contra
70% de publicidad para cada hora de programa. Y eso que la AIR (Asociación
Interamericana de Radiodifusión) de la que Bolivia es asociada, (creo que aún) siguiendo
los principios éticos, recomienda lo inverso.
Lo más alarmante es que en los programas
deportivos bolivianos (radio y TV) ya no hay ninguna diferencia entre publicidad e
información, pues al retornar del “corte publicitario” los conductores continúan
“vendiendo en vivo” los productos expuestos en el set como en los (super)mercados.
Y los profesionales del marketing (que también
debieran actuar éticamente) hacen las vistas gordas, presionan y se aprovechan de los “periodistas”
para ofrecer sus productos como si éstos fuesen vendedores ambulantes.
En tiempo, en Bolivia hay rarííííííísimas excepciones.
Pero como no hay legislación, o si hay no se la
respeta, lo mejor es dirigirse a las universidades que ofrecen cursos de
Comunicación Social (porque no hay de Periodismo) y proponer una nueva malla curricular.
Y en eso estamos.
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