El empate, 0 x 0, contra el Brasil fue una sorpresa para todos.
Sorpresa que no deja de ser importante porque es la segunda vez que Bolivia le amarga al penta campeón en su propio territorio (la primera fue en el Morumbi de Sao Paulo, en 1985).
Pero es eso, nada más: estadística.
Todos los juegos son una historia diferente, a veces casual como ésta.
Con el puntito logrado en Río de Janeiro, el fútbol boliviano no cambiará un milímetro, continuará mediocre y desorganizado, sin rumbo.
Brasil, por su lado, con Dunga en el comando, continuará con su fútbol desfigurado, sin alegría, poco ofensivo y visitando las intermediaciones de la tabla.
Volvamos a pisar la tierra.
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